lunes, 28 de abril de 2014

Trabajos de restauración de un punto acuático en Lanjarón.


En Lanjarón se encuentra una zona de arcillas yesíferas que fueron antiguamente explotadas para la producción de tejas y cerámica. La zona cuenta con unas charcas abandonadas que se construyeron para retener el agua y trabajar con la arcilla. Esas charcas han podido albergar al sapo de espuelas (Pelobates cultripes) citado ya hace bastantes años en el área.




El año pasado, técnicos de la AMAYA encontraron en estas charcas larvas de gallipato (Pleurodeles waltl), realizando posteriormente un seguimiento de las mismas durante los meses de abril y de mayo. En la última visita a finales de mes ya se habían secado, desconociendo a ciencia cierta el destino que tuvieron finalmente esas larvas.




Numerosas larvas de gallipato junto a las notonectas.



La inspección del lugar por miembros de la Asociación Herpetológica Granadina (AHG) este año, reveló que se trataba de un lugar muy prometedor, libre del terrible cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii) y también de peces, que están haciendo estragos en todas las poblaciones de anfibios donde son soltados por la ignorancia del impacto en el ecosistema. Las charcas que podrían albergar un buen volumen de agua, contaban con la presencia de vegetación acuática, abundantes refugios e invertebrados, encontrándose alejadas de zonas agrícolas, que desgraciadamente, se han vuelto sinónimo de toxicidad por el abusivo uso de fitosanitarios.






Se encontraban totalmente secas. Tal vez por falta de lluvias suficientes y/o por que la escorrentía había colmatado la entrada de agua a estos humedales, como se pudo comprobar.




Por lo que tras evaluar la situación, se decidió restablecer manualmente la conducción del agua, trabajo que finalizó en poco más de una hora.




Es preciso ahora realizar un seguimiento de la zona, para posibles correcciones en las próximas lluvias, que esperemos lleguen pronto, para que la vida vuelva de nuevo a este paraje.







sábado, 12 de abril de 2014

Hay razones para CONSERVAR (1ª parte)

Resulta verdaderamente frustrante escuchar las palabras:

"¿Y para qué sirve proteger a los sapos/salamandras/gallipatos/lagartos/serpientes/etc.?"

A nadie se le ocurre plantear algo parecido con la Alhambra de Granada, el acueducto de Segovia, e incluso, en materia de conservación de especies amenazadas, el lince ibérico o el águila imperial. La conservación de algunas piezas del patrimonio natural en este país es algo que parece no estar tan claro como la de nuestros monumentos o la de las icónicas "especies bandera". Una asignatura aún pendiente en nuestra sociedad al fin y al cabo.

Para tratar de paliar esto, la falta aún de divulgación social al respecto, abriremos desde ahora una serie de "motivos para todos los públicos"; una especie de "catecismo", "decálogo de principios" o como se quiera llamar a un elenco de buenas razones que los científicos conservacionistas han elaborado, aduciendo a diversos aspectos éticos, estéticos, científicos e incluso económicos, con alguna pincelada de filosofía propia. "Porque existen y han llegado hasta nosotros", "por precaución", "porque nos queda aún mucho por conocer", "por nosotros mismos"...

Para todos, hay razones para CONSERVAR.







viernes, 11 de abril de 2014

CANTERAS Y CONSERVACIÓN DEL SAPO DE ESPUELAS

El sapo de espuelas (Pelobates cultripes) es una especie escasa en la provincia de Granada. Se distribuye de modo disperso en unos pocos lugares, casi siempre en zonas llanas o de escaso relieve, tanto en depresiones entre montañas como, a veces, en lo alto de ellas. Uno de los principales puntos de cría de la provincia es el situado en las canteras de Montevives (Alhendín), donde existe un conjunto de pequeñas charcas formadas por la extracción de arcilla destinada a la construcción, actividad que continúa en pleno auge. Otros anfibios que también se reproducen son el sapo corredor (Bufo calamita) y la rana común (Pelophylax perezi).

Vista de una de las charcas antes de secarse
      El pasado mes de febrero observamos algunas puestas de sapo de espuelas, pero las escasas lluvias caídas en los últimos meses nos hicieron presagiar lo peor. En efecto, durante el mes de marzo comenzaron a secarse varias charcas, así que a lo largo de ese mes algunos miembros de la Asociación Herpetológica Granadina (Julio, Javier, Manolo, Antonio, Juanra y José María) trasladamos unas 5.000 larvas de esta especie, de unos 10 mm cada una, desde algunas charcas a punto de secarse hasta otras más profundas que, probablemente, se mantendrán con agua incluso en verano.

Larvas de sapo de espuelas durante el traslado
    En este lugar, la actividad minera parece ser compatible con la conservación de los anfibios pues hay charcas en donde se trabaja y otras en donde no, aunque convendría realizar un seguimiento para asegurar que es así o si esa relación cambia. Lo que sí habría que impedir es que se echen tierras y escombros sobre las mismas charcas, ya que recientemente una de ellas, donde criaba el sapo de espuelas, ha sido tapada por esta causa. Sería necesario, por último, mejorar el conocimiento herpetológico de la zona. Y en eso estamos, en la medida de nuestras posibilidades.

Adulto de sapo de espuelas

Texto y fotos: Asociación Herpetológica Granadina